Dietas y Tipos de Sangre
Uno de los principales factores relacionado al desarrollo de la obesidad, es la alimentación; considerándose como un factor ambiental de gran importancia por ser modificable. Diversos estudios han demostrado que la alimentación influye de un 30% a un 60% en el desarrollo de este padecimiento y a pesar de que se han hecho intervenciones en la cuestión de los hábitos de alimentación se ha observado que no tienen un impacto importante porque no se sigue con una alimentación saludable al paso del tiempo. Se sabe que una dieta saludable y balanceada contribuye a mantener una composición corporal adecuada, sin embargo, el tipo de alimentación varía dependiendo del lugar o región donde se vive y los factores socioeconómicos de las personas, los cuales hacen posible o no una buena alimentación.
La dieta según el grupo sanguíneo se ha convertido en una de las más revolucionarias y comentadas. Durante los años 90 fue uno de los planes de alimentación más populares, tanto que aún mantiene algunos seguidores. Este método se basa en las necesidades nutricionales de cada cuerpo, y para ello, tiene en cuenta el grupo de sangre. La filosofía detrás de esto es que aquellos con ciertos tipos de sangre obtienen mejores resultados de salud con grupos de alimentos específicos, y esta idea fue popularizada en 1996 por el libro más vendido del Dr. Peter D’Adamo, Eat Right 4 Your Type (come correctamente según tu grupo sanguíneo, en español). Si bien hay más subgrupos, existen cuatro tipos de sangre principales en las que se enfoca el libro y se clasifican de la siguiente manera:
Tipo A (Agrario o agricultor)
Este es el tipo de sangre más basado en plantas o vegetariana. Las personas con sangre tipo A deben consumir una alimentación centrada en vegetales, frutas granos, leguminosas, semillas. Evitando lácteos, carne, pescado, pollo, huevos, y alimentos procesados.
Tipo B (Nómada)
Para este grupo se recomienda una alimentación equilibrada a base de carnes y vegetales. Está permitido consumir verduras, frutas, granos, legumbres, carne, pescado, huevos y lácteos, pero es necesario evitar nueces, semillas y alimentos procesados.
Tipo AB (Enigma)
Este tipo de sangre es una mezcla entre los tipos A y B. Pueden comer mariscos, soya, productos lácteos, frijoles (excepto rojos) y cereales (excepto maíz), mientras evitan la carne de res y el pollo. Se recomienda seguir una dieta vegetariana en la mayoría de las ocasiones. Solo están desaconsejados los alimentos procesados.
Tipo O (Cazador)
Es el más antiguo y tendría más de 4.000 años de existencia, su alimentación estaba basada en la caza, por lo que se recomienda comer carne, pescado, aves, ciertas frutas y verduras, aceite de oliva. Con moderación algunas verduras, semillas y huevos, sin embargo, deben mantenerse libres de lácteos, cereales y legumbres. Similar a una dieta paleo moderna.
Lo que sostiene esta hipótesis es que las personas con diferentes grupos sanguíneos digieren determinadas proteínas de forma distinta, por lo que si una persona consume alimentos “adecuados” para su grupo sanguíneo estará más saludable, pero si, por el contrario, consume algo “incompatible” con su grupo sanguíneo, experimentará muchos problemas de salud. Se han encontrado pocos estudios científicos que han definido aquellos alimentos adecuados a su química sanguínea, como alimentos que tienden a mejorar la digestión, evitan la inflamación abdominal, nutren de manera más eficiente, engordan menos, hacen que la persona sea menos propensa a enfermedades y generan mucha más energía que los menos compatibles. Por su parte, los alimentos incompatibles con su grupo sanguíneo desordenan la digestión, aglutinan su sangre, producen más residuos tóxicos y enfermedades, aceleran la acumulación de grasa corporal y con ello la obesidad.
Sin embargo, aunque existen varios estudios relacionados con los beneficios de la dieta del grupo sanguíneo para la salud, no existen pruebas científicas que demuestren sus ventajas. Las publicaciones existentes sobre la relación entre el grupo sanguíneo y la alimentación son pocas, de origen teórico y no de comprobación científica. La falta de evidencia científica imposibilita, hasta el momento, determinar de manera tangible las aseveraciones teóricas entre el grupo sanguíneo, los alimentos que consumen y la obesidad.
Así mismo la relación entre el grupo sanguíneo y el riesgo de desarrollar obesidad no es clara y contradictoria entre los artículos mencionados. Solo se puede concluir que el grupo sanguíneo juega un rol importante en la búsqueda de indicadores e intervenciones para frenar el avance e incremento de la prevalencia de obesidad. Por lo tanto, mi criterio como profesional es que, hasta que no exista suficiente evidencia científica y certeza en los estudios, lo ideal sería mantener un equilibrio entre los diferentes grupos de alimentos.
Referencias
Durán P, Piazza N, Trifone L. Consenso sobre factores de riesgo de enfermedad cardiovascular en pediatría. Arch. argent. pediatr 2005; 103(3): 263-9.
Olivares S, Bustos N, Moreno X, Lera L, Cortez S, Actitudes y prácticas sobre alimentación y actividad física en niños obesos y sus madres en Santiago. Chile. Rev Chil Nutr 2006; 33(2):170-179.
Gargallo-Fernández M, Ballesteros-Pomar M. Dietas heterodoxas. Rev. Española de Obesidad 2006; 6 (2):75-87.
D’Adamo P. El grupo sanguíneo y su dieta. Disponbles en: http://www.alimentacion-sana.com.ar/informaciones/novedades/sanguineo.htm#1. Acceso el 20 de octubre del 2012.
Rocco D. Diet Analysis: The ABO Blood Type Diet. Journal of Complementary Medicine 2006; 2(2):78-79.
Dra. María Fernanda Argueta, Nutricionista
Teléfono: 4001-7666
citas@cncsalud.com